Hace 104 años atrás, en el corazón de ese pedacito de cielo llamado Tudcum, un grupo de apasionados por el fútbol decidió empezar a soñar y le dieron vida al Sportivo Los Andes. El Andino, el Cervecero, El Blanco, con Manuel Jesús Díaz Villalobo como su primer presidente. Y ese sueño empezó a crecer para llegar a convertirse en realidad y hoy ser el club más antiguo de Iglesia, que se dio el gustito de ganar en su Centenario su primera Copa de Clubes Campeones, agrandando su leyenda. Pero claro, estaba lo otro y Los Andes necesitaba crecer, avanzar en obras y el desafío fue en 2011 tirar abajo esa añeja y precaria sede de adobes para tener ya en 2013 «La Joya del Desierto» que con su imponente nave del microestadio, se convirtió en orgullo de todos los tudcunistos.
Y quedaba más: cambiar piedras por césped en su cancha. Quiso entonces el destino que sea la pandemia que paralizó al mundo en 2020 el momento para volver a soñar y lo hicieron a lo grande. Lo primero, antes que piso, semillas y demás, era asegurarse lo más indispensable y vital: el agua. El desafío de hacer fértil la vieja cancha estaba planteado y comenzaron con los movimientos de suelo en el costado Noreste del predio.
Fueron días de trabajo intenso hasta conseguir armar el reservorio. Llegó entonces uno de los momentos más ansiados por pueblo Andino: sepultar esas piedras centenarias por tierra fértil. Se trabajó intensamente y con la paciencia de un orfebre. Trajeron quinientas camionadas de la base indispensable para poder sembrar -tierra donada por vecinos- y de a poco, aquel árido campo de juego empezó a cambiar. Se niveló, se instalaron los sistemas de riego y en este 2022 empezó la siembra del césped.
Primero con chepica, luego el césped puro, siendo casi 1.000 kilos. Fue un trabajo puntilloso, cuidadoso. Cada hincha dejó sus tiempos y sus trabajos para ir a dar una mano. Sacar esa piedrita que molestaba, cuidar el reservorio, elegir y mezclar las semillas. Y así, el verde fue copando el Coloso del Desierto hasta terminar siendo esa alfombra. Hoy, con Juan Rojas como presidente, este sueño se hace realidad pero el que se viene es la iluminación artificial para terminar de convertir al decano Los Andes en el club orgullo de los casi mil habitantes de Tudcum. Un pueblo detrás de una camiseta fue el motor de todo esto.
Es que pasó el verano, se afirmó la semilla y el verde fue copando la cancha. Se marcó el campo de juego, se instalaron los arcos. Emociones en cada uno de los tudcunistos que día tras día vieron cómo la perla del desierto se empezaba a vestir de ese verde que tanto soñaron. Llegó el día y este sábado, a ocho días de haber festejado el aniversario 104 de Los Andes, será día de inauguración. Con todo el pueblo presente en el club para comprobar en carne propia que los sueños, siempre se alcanzan aunque allá, nada sea fácil.
Fuente: Diario de Cuyo